martes, septiembre 12, 2006

Asesinatos en Euforia Games (Cuento)

Importante aclarar que es un cuento, no vaya a ser que alguien se lo tome en serio. También quisiera decir que el cuento en realidad, es choto. Pareciera el delirio de un estudiante desocupado. Sin embargo, lo publico porque la idea de conspiraciones siempre me han parecido divertidas, y porque nació en realidad de la lectura de cuentos escritos con verdadera maestria y que me tuvieron con la curiosidad hasta el final: La escuela de noche, de Julio Cortázar, y Los asesinatos de la calle Morgue de Allan Poe. Por supuesto que mi cuento dista inconmensurablemente de éstos, pero espero que al meno el ejercicio narrativo me siente bien.

Asesinatos en Euforia Games

Siempre supe que había algo extraño y misterioso oculto en ese lugar. La manera informal en el comportamiento de sus trabajadores. El horario inusual de comenzar sus actividades, tan desfavorable con relación a la competencia. Sus luces, sus sombras. Aquel espacio restringido al que pocos tienen acceso. Aquí hay algo raro, me dije. Y no me equivocaba.
Compartí mis sospechas con algunos amigos. Dijeron que estaba loco. Pero no lo estaba entonces, ni lo estoy ahora ¡No!
Verán, desde la primera vez que ingrese a ese lugar, intuí que las cosas no eran lo que aparentaban ¿Un centro de videojuegos en medio de una zona de cafés y restaurantes? Tan lejos de los lugares preferidos de su público objetivo: Los jóvenes.
¡Por favor!
Mi mente, debo reconocerlo, se había obsesionado con la idea de una verdad oculta, de algún misterio. Acaso podría haberme anegado a resolver otros enigmas (de los tantos que existen en la ciudad) más enaltecedores o más altruista. Pero no, me propuse resolver éste. Quizás porque en el fondo, consideraba que sería mucho más fácil de resolver, que otros más complicados y dispersos.
Imaginé que como todo buen secreto, se mantenía totalmente reservado al conocimiento de unas pocas, pero perversas mentes ¡Los dueños! Obviamente los clientes no tenían idea de lo que ocurría. Pero… ¿y los empleados?
Era extraño, pero regularmente este centro de juegos cambiaba de cajeras, guardias o encargados, como cambiar de basureros. Me preguntaba que ocurría para que se den estos repentinos e inesperados cambios. Alguna vez había hablado con una cajera contenta con su trabajo, justo un día antes de su desaparición ¿Por qué? ¿Qué sucedía con ellos?
Como podrán imaginar soy un cliente habitual de este lugar. Lo he sido desde hace más de tres años. Luego de mis agotadoras (y por general aburridas) clases de la Universidad, camino una cantidad considerable de cuadras para poder tomar la 44, que es la línea que me deja cerca de casa. La parada, por cosas del destino, se encuentra casi al frente de este panegírico lugar. Euforia Games.
Así fue como descubrí Euforia por primera vez. Digo descubrí porque a simple vista no es fácil distinguirlo, perdido como está, en medio de un banco y un boliche nocturno. Diríase que luce (sospechosamente) escondido.
Poco a poco, fui creando un plan.
El plan en cuestión era bastante sencillo. Como ya he dicho, este centro cambiaba frecuentemente de empleados. Pero estaba seguro que los mismos, no estaban enterados de todo lo relacionado a sus funciones. Lo siniestro, lo perverso (pensaba) se lo explicarían de noche, en alguna especie de rito o ceremonia macabra de iniciación.
Todo era cosa de esconderme en alguna de las maquinas a la hora en que cerraban, y ser testigo de todo lo que ocurría luego que los clientes se marchaban. Ver y oír, lo que realmente estaba sucediendo.
Decidido como estaba, a poner en práctica mi plan. Compartí mi idea con uno de mis amigos. Tanto porque cuatro ojos son mejores que dos, como porque necesitaba de algún testigo que diera fe de mis palabras.
Elegí a Oscar porque me pareció el más discreto.
Oscar dio cuatro pasos atrás, con sus ojos fijos en los míos, y levantando suavemente los brazos hacia delante, temiendo quizás que mi supuesta locura, fuera contagiosa.
No sé si pueda considerarse compresible, pero luego de su inicial reticencia en acompañarme, su rostro dibujo una expresión seria y finalmente terminó por aceptar. Ahora todo era cuestión de tiempo.
Sucedió un mediodía como cualquier otro. Al ingresar por ese pequeño túnel de metal construido (acertadamente diría yo) a manera de entrada de Euforia. Tan pronto como hube atravesado la puerta de vidrio que se encuentra al final del mencionado túnel, me encontré con esa expresión de indiferencia fingida, que tienen las nuevas cajeras ¡Si!
Me alegré de sobremanera en ese instante, realmente no había tenido que esperar demasiado para poder dar inicio a mi delirante plan. Allí estaba, escrutándome con sus profundos ojos negros. Seguramente mi rostro de alegría o sospecha habían llamado su atención. Pedí mis tradicionales tres fichas. Observe su pelo lacio, su piel trigueña y su figura esbelta, y pensé entre otras cosas, que era bonita.
El movimiento que precede la aparición del dueño del establecimiento, o de su esposa, puede calificarse como de histeria total. Los empleados trabajan, los técnicos arreglan y hasta los eventuales estudiantes de colegio están más dispuestos a comprar. El encargado de seguridad que generalmente coquetea con las de limpieza corre a su puesto como correría hacia una trinchera en época de guerra.
La señora B… hizo su aparición a eso de la una de la tarde, habló brevemente con el administrador, y se marchó. Por supuesto que, alejado como estaba, no pude escuchar una sola de las palabras que intercambiaron, pero no había necesidad, yo ya lo sabía: hablaban de la “iniciación”.
Tenía todo preparado. Mi mochila estaba cargada con provisiones. Enlatados y refrigerios, ante cualquier eventualidad. Llevaba también una linterna, una navaja de mis tiempos de explorador, y hasta unos binoculares. Oscar también llevaría lo suyo, pero por sobre todas las cosas, el celular con créditos para llamadas de emergencia. La excusa en nuestras casas era lo de menos. Supuestamente el se quedaría a dormir en mi casa, y yo en la de él.
Llegamos a Euforia a eso de las nueve de la noche. Euforia cierra a las once y treinta. Conversamos con nuestros amigos, jugamos algunos juegos. Ambos ya teníamos seleccionado el lugar perfecto para escondernos.
Oscar (quien es de baja estatura) se escondería dentro de la boca de una mujer. Mejor dicho, en el interior de un juego para niños, que tiene forma de una boca gigante de mujer, en la cual se lanzan pelotitas multicolores. El espacio era reducido pero suficiente, además de ofrecer una vista extraordinaria de todo el lugar. Yo por mi parte había escogido una pista de carreras de autos cuya forma me permitía mimetizarme en medio de sus falsos paisajes y sus soportes de metal. La hora había llegado. Las luces se apagaron. El encargado de seguridad (burlado por nosotros) hizo su último recorrido. La música se apagó. Las voces desaparecieron. El silencio era total. Ni Oscar ni yo sin embargo, nos animábamos a salir de nuestros escondites. Aunque llegue a sospechar que mientras yo vigilaba, él dormía. Las luces se volvieron a encender a eso de las tres de la mañana. Lo que había imaginado iba a suceder. La Señora B… alzaba una extraña copa en su mano derecha, diría que era un cáliz. La nueva cajera, llamada S… estaba en medio de una ronda que formaron alrededor. Estaban el administrador (visiblemente borracho), el guardia de seguridad, y el resto del personal.
En la penumbra, una voz rugió con autoridad. Era el señor B…
- Te prometimos un trabajo con grandes remuneraciones.La muchacha salio de su trance de aparente alegría, y no sin cierto temor dijo que si.
Los demás comenzaron a gritar y proferir palabras ininteligibles.
- ¡Éste negocio es una farsa! en esos momentos S… no mostraba demasiada sorpresa - Somos una secta de personas influyentes de todas partes del mundo. Los jovenes que visitan nuestros juegos, terminarán por formar parte de nosotros tarde o temprano. Como miembros, o como sirvientes.
- ¿Qué tengo que hacer? Preguntó S… con cierta convicción.
- Tu trabajo será seducirlos, convencerlos. Te pagaremos bien. Los gritos resonaban por toda la habitación.
Sé que Oscar temblaba, yo también debido a la impresión. Pero entonces sucedió lo que nunca debió haber pasado. El lugar donde Oscar se ocultaba, el cual como he dicho se trababa de un juego para niños, resultó ser más frágil de lo que pensábamos.
Lo descubrieron.
Entonces fue la algarabía general. Todos se mostraron contentos con el espía encontrado.
- ¡Sacrificio humano!- gritaron. Oscar fue amarrado a una de las maquinas. En seguida el señor B… sacó un cuchillo con el que planeaba derramar su sangre.
Inesperadamente S… liberó a mi amigo, no estaba dispuesta a ser cómplice de un asesinato. Es ambiciosa, si. Pero no una criminal. Ambos tratan de defenderse de cualquier manera. Con un cuchillo en la mano, S… hirió mortalmente a la señora B…
El guardia de seguridad sacó su arma para dispararles, no pude hacer otra cosa que atacarlo por detrás con mi navaja de explorador, no era mi intención cometer un asesinato, no tengo la conciencia tranquila por eso, y creo que nunca la tendré.
Con el arma del guardia en mi mano, me acerqué a Oscar y a S... tratando de hallar una salida. Nos rodearon.
El señor B… sintiendo que perdía el control de la situación, terminó por llamar a la policía, acusandonos de ladrones y peor aún, de asesinos.
No tuvimos tiempo de escapar, fue enconces cuando nos atraparon.
Esa es mi declaración.